sábado, 4 de septiembre de 2010

Mis Fantasmas


Sabía que este día iba a llegar tarde o temprano pero no que sería hoy, viernes 3 de setiembre de 2010.

Con antojo de algo dulce, Pilar (mi compa de laburo) y yo pedimos un postre en el comedor de la oficina. Ya eran cerca de las 3 de la tarde y se habían acabado todos los flanes, pavés, ensaladas de frutas y demás pero como el estrés nos había sometido a una ansiedad que nos venció, hicimos algo que nunca solemos hacer: salir de la oficina a proveernos de cosas dulces.

Camino a nuestro destino, nos dirigimos a la entrada de la oficina y ahí, sentado en la sala de espera de la Recepción, estaba él. Luego de casi un año y de haber dejado de frecuentarnos (de forma un tanto tonta) volví a ver a Alex.

Él estaba sentado hablando con un conocido común de ambos. Me agarró tan de sorpresa y no tenía forma de escapar. Sin darme cuenta ya los estaba saludando y hablando. Estuve un poco evasivo con él. Lo saludé formalmente y puse más énfasis en charlar con el amigo en común de ambos que como no se callaba me facilitó el trabajo de no intercambiar muchas palabras con Alex.

¡Cuántos sentimientos encontrados! Todo volvía a mí. Los buenos y malos momentos. El día en que nos conocimos, cuando fue a buscarme al gym luego de un tiempo sin vernos, el día en que me llevó a su casa, su primera invitación tímida al cine, los planes que terminaban arruinados por la inclusión de su novia y la razón por la que dejé de contactar con él. Toda la historia que sólo conocíamos los dos. Fue bendición y maldición.

Él estaba siempre con ese aire campestre pero bastante guapo. Este tiempo le sentó bien. Por mi parte, no me puedo quejar. De haber sabido que éste sería el día me moldeaba la barba y elegía otra ropa pero así y todo estaba dignamente vestido para la ocasión.

Todo esto y mil pensamientos más giraban en mi mente. Trataba de ordenar mis ideas y sonar coherente mientras hablaba con un tono un tanto lejano y frío sobre cosas del trabajo.

Quería salir de ahí para que no se dé la oportunidad de quedarnos solos. Yo iba a ser presa fácil si eso pasaba. Aunque en el fondo moría por que proponga vernos. Es así, en un segundo me volví un mar de contradicciones.

Luego recordé sus indecisiones y el motivo por el que lo había dejado y lo volví a odiar. Con la excusa de que se nos hacía tarde, me despedí amablemente, a lo que me respondió con un “Feliz día de la amistad por atrasado”. No sé bien si fue sarcasmo, por lo que le deseé un “Feliz día de la primavera por anticipado”. Y no volteé mientras me alejaba.

Siempre estuve más que seguro que nos volveríamos a ver, sólo quería saber cómo sería y ahora lo sé. No sabré decir cuánto esperé a que él se manifestase y no lo hizo. Y ya hace tiempo debí cambiar de página, así que, Alex, sólo cuatro palabras para vos:


No hay comentarios:

Publicar un comentario