martes, 13 de julio de 2010

Mon Amour, Río... (Parte 3)


Ni bien dejamos la Terminal de Asunción, empecé a contar los segundos que faltaban para llegar a destino. Frente al Stock de Rca. Argentina subió un canillita y los pasajeros compraban revistas y diarios. No estaba con ganas de ver modelos en portada haciendo declaraciones trascendentales tipo “Cuando muevo la cola los muchachos se vuelven locos”, “Mis tetas son naturales” o:

 

Paso. Me compré el ABC para informarme de noticias que sí importan. Un poco de clase, por favor.
 
República Argentina, Eusebio Ayala y al salir de San Lorenzo me quedé dormido. Me desperté en Barrero con los ofrecimientos de chipa y cocido por parte de las chiperas. Tenían ese uniforme tipo cheerleader. Nunca entendí el por qué de ese uniforme... Como sea, me surtí de un vaso de cocido negro y

¡¡¡Dos chipas argolla!!!

Se me pasó por la cabeza comprarme algunas butifarras para el camino pero luego volví a la realidad recordando mi condición física actual y me autocontuve con un “Yo soy Grace Kelly... Grace Kelly soy yo...” (¡Gracias Blair Waldorf!)

Me comí una chipa y tomé muy despacio el cocido porque hervía. Trataba de mirar al policía que se sentó casi al fondo pero él estaba muy alejado y yo iba a parecer muy obvio. 


 Me tranquilicé y leí un poco de diario. Llegué a la sección de Política y lo dejé porque quería dejar algo para leer más tarde. A esa altura ya estábamos bien entrados en la zona del interior y empecé a concetrarme en los paisajes.

Era una linda mañana de sol. Saqué algunas fotos pero captar con una cámara no es lo mismo que vivirlo, las fotos salieron bien pero no son nada comparadas con lo que fue estar ahí.

Por fin, primera parada: Un parador en Cnel. Oviedo. 

 Ya había estado en un viaje a Foz que hicimos allá por el 2005 con mi best friend ever y dos conocidos suyos: Raúl y Mysterious, un chico que tenía cierto atractivo que quedaba reducido a nada por su ambición de creerse la última gaseosa del desierto. Muy creidita...

Al bajarse, la humanidad se fue directo al baño. Yo no iba a ser menos, así que fui pero después de un tiempo prudencial. Al salir, manjares a diestra y siniestra. Recordé mi condición de morsa marsupiala y con lágrimas en los ojos pedí un agua mineral sin gas de 2 litros. Ya se sentía la inflación de precios: me costó Gs. 5.000.- Lo agarré y fui a sentarme afuera.

Todos estaban comiendo algo excepto una chica, de unos 30 años, que estaba afuera comiendo frutas y yo, sentado, mirando pasar a los escueleros en motos. Todos tenían una. “Imposible desplazarse por acá sin móvil” pensé. Es que era medio desierto el lugar. Cuando me senté sentí que la chica se puso medio hostil, como miraba a otro lado como para que no le hable. ¡Ni ganas que tenía! En primer lugar no estaciono en ese piso y en segundo lugar, si quisiera agarrarme a una pendeja ella está muy lejos de lo que agarraría. Hubiera sido suertuda de que me haya fijado en ella... jajaja...
 
Finally nuestro chofer terminó de almorzar y subió al bus y el rollo le siguió. Contó la cantidad de pasajeros y continuamos con el viaje. Más largo, esta vez. Ver tanto verde alrededor y saber que no podía bajarme del bus hasta que lleguemos a la Terminal me dio un sentimiento como de claustrofobia. Luego de mucho escenario rural, me quedé dormido nuevamente. Me desperté como 40 minutos antes de entrar a Ciudad Del Este. 


Por fin, ver civilización me tranquilizó…


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