jueves, 8 de julio de 2010

Mon Amour, Río... (Parte 2)


 Arcos De Lapa (Río de Janeiro)

Retomando esa mañana en la Terminal, remera polo, vaquero y championes azules, una mochila y bolso de viaje y muchos nervios. Nervios por si me haya olvidado de algo, por no estar seguro de cuánta plata cambiar, si mis tarjetas de débito y crédito no funcionen allá. Consulté 10.000 veces con mi oficial de crédito y me dijo que sí pero el pensamiento de que iba a tener algún problema con las tarjetas me carcomía la cabeza. 

Como si fuera poco tenía una cara de cualquier cosa menos de un ser vivo, había dormido poco. “Voy a dormir en todo el camino”, me había dicho pero no contaba con que iba a hartarme de dormir en el bus.







Me acerqué a la ventanilla de Pluma, para escuchar las últimas indicaciones del tipo que me había vendido el pasaje la noche anterior. Cambié mis guaraníes a reales y como aún faltaban 40 minutos para partir, consideré comer algo antes de salir. Como en el mundo ya casi no existen heterosexuales, cruzarse con una loca es parte de la rutina diaria asuncena y me topé con una que solía ver en el 94. Se fue a devolver un pasaje ya que debido a la gripe no iba a poder viajar a Sao Paulo. Mientras el empleado de Pluma revisaba el pasaje en cuestión en su computadora, la reverenda atorranta me contaba de sus planes y penas y yo con cara sonriente por fuera no veía la hora en que acabe. Cuando por fin terminó, me despedí gentilmente y volé como alma que lleva el diablo…No sabía dónde iba a parar el bus para algún refrigerio así que aproveché la ocasión.





Había planeado mil veces mi visita a Río y siempre imaginé que sería cuando estuviera en el cenit de mi esplendor físico. Pero cuando La Fortuna te sonríe no le importa tres carajos en qué condición física estás. Estaba hecho una morsa marsupiala y ni siquiera tuve tiempo de pisar el gym en mucho tiempo. Por otro lado, esto del viaje se dio muy rápido y lo tuve que aprovechar. Estaba a punto de entrar en cortocircuito, era ir allá y hacer un corte en mi vida, a quedarme acá y perder la vida con un corte en las venas. Ya no daba más.





Me acerqué a la barra de uno de los copetines y pedí un sándwich integral y un vaso de jugo de durazno. Era temprano y el lugar estaba casi lleno. Me senté al lado de dos tipos que obviamente estaban en plan levante. Uno de ellos era extranjero aunque no pude precisar exactamente de dónde. Blanco, rubio de unos 36 años. ¡Tenía lo suyo!. Su acompañante era paraguayo, de unos 28 años, hermoso de cara pero locaza a más no poder. Cuando me senté la conversación bajó de volumen. Traté de escuchar algo porque me daba morbo pero fue inútil. Me tranquilicé y me concentré en la voz que anuncia la llegada y salida de buses. Por fin llamó el mío. Terminé mi vaso de jugo y salí volando a la plataforma donde se debía abordar.





No sabía si iban a dejarme llevar el equipaje conmigo o si tenía que dejarlo en la maletera así que seguí el famoso dicho “donde fueres haz lo que vieres” (uno de mis favoritos) y esperé a que los demás se movieran. En la puerta del bus había un policía que revisaba el documento y los bolsos de todo aquel que subía. Como la gente tardaba en guardar sus maletas porque se ponían a sacar termos y demás que iban a usar durante el viaje, me impacienté y le pregunté al policía si podía llevar mis cosas conmigo. Como no eran muchas me dijo que sí y luego de revisarlas me dejó subir.







Me tocó el asiento 33, lado izquiera hacia la ventana, dos asientos delante del baño. Acomodé mis cosas y me senté esperando a que el bus arranque. La mitad y un poco más del bus se llenó. Había una familia de varios integrantes (que de vez en cuando me sacaban de quicio), y el resto era gente que viajaba sola. Había un matrimonio y le fiché totalmente al esposo. Era pelado, físico promedio pero chongo. Me encantó. También subió un policía que me pareció interesante. Rogué por que se sentara a mi lado pero con varios lugares vacíos decidió sentarse dos lugares detrás de mí pero en la otra hilera. Trataba de mirarle cada vez que podía.





A las 10:05 am arrancó el bus y no pude evitar tararear mentalmente el coro de “Cruz” de Christina Aguilera... “I'm leaving today. Leaving it, leaving it to change!” Imaginando todo lo que me estaba esperando...

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