domingo, 12 de febrero de 2012

Better The Devil You Know? (Vol. 1)

En “Días de Nuestras Vidas” no somos partidarios del conformismo. Al contrario, estamos todo el tiempo ocupados siendo ambiciosos. Sí, ¡queremos más!, ¡¡¡quereeemos máááásss!!! Pero hay excepciones... Y esta es una de las historias: Chico 1 (o sea, ¡yo!) conoce a Chico 2 (o sea, ¡él!) en una disco... en Hollywood, para ser específicos. Hay miradas, chispas y sonrisas cómplices pero ninguno de los dos da el primer paso.





Chico 2 es apuesto. De tez blanca, pelos castaños, ojos cafés, una semi sonrisa llamativa, cuerpo promedio y cierto aire de misterio que envuelve todo ese combo. Lo veo parado en la barra durante mi segunda ida al sanitario. Me mira sugerentemente, correspondo a su mirada, doy una pequeña sonrisa o mueca de sonrisa, según se vea y paso de largo.

Lavándome las manos estoy y, por el espejo, lo veo acercándose a uno de los migitorios. “Yes!” me digo para mis adentros y sigo con el ritual de aseo de manos. Pasan cinco minutos y él jamás termina de salir del migitorio… No me deja más opción que ser el primero en salir por la fila inmensa que se había formado detrás de mí y porque ya empezaba a verme más que ridículo y obvio lavándome las manos por horas. Es que uno también tiene sus límites...

Salgo con un suspiro y regreso a bailar con mi grupo de amigos alertándoles de que había fichado a un personaje. Entre la música aburrida, algunos paseos al sector de abajo, breves, crueles pero divertidas descripciones sobre la vestimenta de las locas (que tire la primera piedra quien nunca lo ha hecho) y otras cosas propias de una noche de amigos en la disco, me olvidé de él hasta que pasó a mi lado, en una especie de recorrida o peregrinación que estaba realizando por toda la disco.

La mirada seguía ahí pero esta vez sólo me lanzó una bastante breve. ¿Se habrá enojado porque no le esperé en el sanitario? Me gustó verlo y más que esté recorriendo solo. “Voy a hablarle ni bien se dé la oportunidad” pensé y seguí bailando como si nada.

Pasó el tiempo y lo vi unas veces más muy cerca de mí pero como no sentí a mis instintos indicarme que era la oportunidad de hablarle hasta que, ya bien pasada la madrugada, lo veo retirarse solo. Me sentí
conmigo mismo y me lamenté el resto de la noche pensando que nunca lo volvería a ver.

Pero no fue tanto así...


(To be continued...)



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