El gimnasio puede despertar las pasiones más ocultas de cualquier ser humano. La mayoría de las veces nos quedamos pensando en lo que pudo pasar, en plan “podés mirar pero no tocar” pero hay veces en que nos armamos de valor y damos un paso para ver qué se esconde un poco más allá. Demasiada intro, vamos al tema…
Me encontraba entrenando como lo hago todas las tardes luego de salir del trabajo. Amanecí pretensioso 100%, así que llevé un short blanco de fútbol, el cual dudé en usar al llegar al gym, donde recién entré en razón de lo pretensiosa que era esa prenda.
Pocas cosas más sexys que un hombre con un short blanco perfectamente puesto. Peor si es casi transparente, como el mío. Y doblemente peor si la llevo puesta dos días después de hacer sentadillas y con la cola durísima y parada.
Anyway, ahí estaba yo sin muchas ganas. El gimnasio no estaba lleno (típico de los viernes) pero aún así había que compartir ciertos aparatos. Entre el gentío, había un tipo a quien siempre suelo ver pero no lo saludo ni él a mí. Es atractivo pero tampoco me muero por él.
Dediqué mi viernes a pecho y tríceps y dio la casualidad de que él estaba ejercitando los mismos músculos. Le pedí ayuda en uno de los ejercicios y la casualidad dejó que compartamos algunos aparatos pero por más de usarlos juntos estábamos muy distantes, yo concentrado con la música de mi mp4 y él con su actitud de mudo en plan
"Me caés indiferente"
A cierto punto me pareció pesado y delirante (esta última descripción muy común para la fauna que surca el gym) y no le presté mucha atención. Hasta llegué a pensar que era mudo porque cuando le preguntaba si podíamos compartir máquinas me respondía con señas.
Pero no estaba ni con tiempo ni ganas de descubrir qué había detrás de ese halo de misterio, así que en siguientes ocasiones le realice preguntas imposibles de responder con “sí”, “no” o con señas. Y fue cuando escuché su voz. Extranjero. Posiblemente de Centroamérica o Sudamérica. Sonaba a venezolano, ecuatoriano o tal vez colombiano.
Me llamó la atención pero no me iba a tirar a preguntarle de dónde era ni nada parecido. Que se vaya a hacer del interesante con otro. Pasaba el tiempo y luego de algunas máquinas compartidas y lenguaje más corporal que vocal, me voy a hacer tríceps a otro sector del gym ya que me daba la sensación de que al tipo le rompía las pelotas compartir máquina.
Al rato, viene a mi lado y me hace señas para compartir la barra que estoy usando. Estaba haciendo este ejercicio
y nos turnamos con la barra. De repente noto disimuladamente por el espejo que se toca el paquete, como acomodándolo. Lo hace como cuatro veces. Me pareció sospechoso pero le di el beneficio de la duda hasta que cuando empecé a cambiar las pesas de la barra (él trabajaba con pesas más grandes) arrima su brazo a mi pierna y la roza por un largo tiempo, como acariciándola. Habrá sido como 7 segundos que me dejaron en el limbo. Me calentó la situación y tuve que salir de ahí. Fui a trotar y cuando regresé ya se había ido.
Estoy 85% seguro de que se me estaba lanzando y mil preguntas girando en mi cabeza… ¿por qué actuaba distante y luego atrevido?, ¿por qué me miraba como queriendo que sudemos juntos en una sesión más privada?, ¿por qué el Gobierno decreta que el aguinaldo se pague en cheque y no en tarjeta?, pero por sobre todo, ¿quién es ese atrevido hombre?
De lo único que estoy seguro es que espero la próxima rutina con ansias…
Para él, en caso de que lea este blog: ¿estabas tratando de levantarme por eso lo de acomodarte el paquete cuatro venes en menos de 20 segundos y el roce/caricia de tu brazo y mi pierna? Si es así, sólo tenías que decírmelo que también me parecés so damn hot.
Para los otros lectores, ¡¡¡Ayuda!!! ¡¡¡¿qué hago el lunes?!!! ¡¡¡Soy un manojo de nervios!!!
Esta historia continúa la próxima semana…
no aprendiste en rio que tocarse el paquete es una invitacion sexual!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar¡¡¡Es que me quedé pasmado!!! No me dio tiempo de cambiar el chip de mojigata vistesantos a zorra de vertedero.
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